La hijastrastra gemía de placer cuando su padrastro le hacía el amor en el sofá del apartamento, y ambos sabían que estaban haciendo algo prohibido pero delicioso.
La estrecha entrada de su amante lo volvía loco, él la tomaba con duro para sentir cada vez más de ella y hacerla gemir de placer.
La pechugona se apoyó en la mesa de la cocina del apartamento, mientras el hombre la tomaba por detrás con intensidad.
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