Mara y yo PARTE 1�


Infidelidad Mara y yo PARTE 1� [PRIMERA PARTE]
Va a hacer un año que empezamos a hablar. Mara y yo nos conocimos a través de esta página, éramos dos personas satisfechas con nuestro día a día que contábamos y contamos con el amor de nuestras respectivas parejas, sin embargo nos habíamos visto ?obligados? a crear un perfil en xhamster con el objetivo de encontrar esa ración extra de lujuria y placer que nuestro cuerpo nos demandaba.

Los años no pasan en balde, la rutina diaria de trabajo y responsabilidades habían reducido notablemente la libido de nuestros respectivos, pero nuestro deseo seguía intacto, es más, se podría decir que la abstinencia lo había hecho crecer exponencialmente. Así, sin pretenderlo, nos encontramos viendo grandes raciones de pornografía y dando placer a nuestos sentidos por cuenta propia. A lo de casa, nos gustaba llamarlo ?el club de follar es un milagro?.

Hacía menos de un mes que me había trasladado a Madrid por trabajo, tenía 30 años recién cumplidos y era la primera vez que iba a vivir con mi novia. En un principio todo fue genial, pero en poco tiempo empecé a cansarme del ?mejor hoy no follamos, estoy reventada y mañana mad**go?, cuando en una de mis visitas a la página me encontré un mensaje privado. No era para nada habitual, así que pensé que sería algún tío que habría visto una foto de mi polla en mi perfil, que querría llevarme al otro lado de la carretera, no era la primera vez. Pero a veces la suerte nos acompaña, y las personas se encuentran. Algunos lo llaman milagro, otros destino. Yo ciertamente ni me lo planteo, pero me alegro tanto de que sucediera...

Era una chica, y hacía referencia a unas palabras de mi descripción: ?Es exageradamente sensible a los estímulos y se moja muchísimo si estoy cachondo, a veces se empapa tanto que no deja de gotear jugoso líquido preseminal.? Decía que le había encantado esa parte de mi descripción.

A partir de aquí empezamos a hablar, desde el primer momento, prácticamente a diario. Fue increíble como conectamos, nos hicimos cómplices de nuestras necesidades sexuales. Compartíamos, bueno todavía ahora, experiencias, deseos, videos, fotografías y confesiones. Lo necesitamos, es nuestra vía de escape sexual. La verdad que encajamos como una polla en un coño, nuestros gustos sexuales eran similares, nos ponía muchísimo ir descubriendo como compartíamos tantas perversiones en común. A día de hoy seguimos llevándonos francamente bien, me alegro muchísimo de haberla conocido.

Mara vive lejos de Madrid, tiene un buen trabajo en una multinacional y aunque habíamos fantaseado miles de veces con un posible encuentro, sabíamos que nuestras circunstancias personales lo hacían prácticamente imposible. De hecho nunca lo habíamos forzado, nos conformábamos con lo que teníamos.

Hasta que un miércoles por la mañana me escribió como cualquier otro día, aunque esta vez nuestros sueños se iban a hacer realidad. Su jefe la mandaba a una reunión el viernes a Madrid, se volvía a su casa el sábado, se mostraba un poco insegura, pero comprendía que era el momento en el que tanta ficción compartida pudiera tornarse en realidad. Me hablaba que tenía cierto miedo, preguntaba cómo lo veía yo. Y yo lo tuve claro, le dije que no dudara, yo no lo hice ni un segundo y en ese preciso instante empecé a preparar nuestro encuentro.

Inmediatamente pedí el viernes en el trabajo y en casa me inventé un viaje de empresa. Reservé una habitación en un hotel dedicado a este tipo de cosas en las afueras. Uno de esos hoteles en los que la discreción es absoluta, de los que llegas con el coche pagas a través de una máquina, sin porteros, recepcionistas ni intermediarios. Elegí una habitación para fumadores, con cama de 2x2 metros, espejo en el techo, camilla de masajes, y la joya de la corona, un jacuzzi en el interior. Además me pasé por un sexshop y compré aceite para masajes, un pequeño plug anal de silicona con una joya en la parte posterior y un anillo para mi polla. Luego me pasé por la asociación de cannabis de la que formaba parte y me hice con un poco de marihuana suave pero de las que ponen especialmente cachondo.

Pronto llegó el gran día. Habíamos quedado en un bar cercano después de su reunión. Para que negarlo, aunque sea un tío tranquilo, de los que responde bien a situaciones de máximo estrés iba algo nervioso, y cachondo, llevaba tres días sin correrme, guardando todo para mi momento con Mara. Era primeros de septiembre, todavía hacía un calor infernal en Madrid. Antes de irme me tuve que pegar una ducha fría, me depilé bien todo el cuerpo, me gusta verme la polla bien grande y sentir el contacto piel con piel. Me puse cómodo, camiseta, pantalón corto, zapatillas y partí a nuestra cita.

La primera impresión fue muy buena, me la encontré fuera del bar donde nos citamos, estaba nerviosa, fumando un cigarrillo. Nos sonreímos desde lejos, nos dimos un par de besos y hablamos un poco. Noté que la tranquilizaba. Pasmos dentro y pedimos un par de cañas dobles. Hablamos un montón, de la forma más natural, me contaba cómo había ido el viaje, la reunión y pronto estuvimos los dos más que relajados, tanto que tomamos otra ronda. De repente nos empezamos a reír de manera nerviosa, nos dimos cuenta que lo mejor era marcharse a nuestro hotel, las miradas ya no eran nerviosas, el deseo estaba en los ojos de los dos.
Cogí su maleta y nos fuimos al párking a recoger mi coche. Cuando estaba abriendo el maletero me cogió por el brazo y me dio la vuelta, me apoyé en el coche con el culo y me besó. Me encantó, lo hacía realmente bien, sus labios eran suaves y utilizaba la lengua lo justo, tomé la iniciativa y la apreté contra mí, ya estaba en plena erección cuando introdujo la mano en mi pantalón y me palpó toda la polla y los huevos: ?Es más grande aún de lo que me había imaginado? me susurró al oído. Vámonos pitando que me vuelvo loco.

Ella llevaba ropa de trabajo, tacones negros, falda negra ceñida y una blusa blanca. El sujetador era blanco, y el tanga negro, pequeñísimo de esos de un solo hilo, fue lo primero que hizo nada más subirse al coche, quitarse el tanga y el sujetador, sabía que me encantaba sentir el morbo de saber que no llevaba ropa interior. No hablamos casi durante el viaje, solo nos mirábamos con deseo. En cada parada, me dedicaba a verla un poco más. Sus tetas eran una pasada, ya las había visto muchas veces a través del móvil pero en directo eran asombrosas, grandes, redondas, con los pezones excitados, enormes, marcándose notablemente en la blusa. Se desabrochó dos botones más, se había colocado toda su negra melena hacia el hombro del lado más alejado. La visión era tramenda. Me encantaba. Acordarme mientras escribo me ha hecho parar para tocarme un buen rato. El momento, la imagen en mi retina, vale la pena disfrutar de un gran orgasmo como el que acabo de tener volviendo desde mi mente a ese coche.

Llegamos al hotel, no se imaginaba cómo iba a ser. Cuando vió que accedíamos a un mini-adosado con párking lejos de cualquier mirada ajena se empezó a reir, nos reimos, me dijo que el plan no podía ser mejor. Accedimos a la habitación, era una pasada, tenía todo lo que había solicitado, y una pequeña terraza con jardín con un seto altísimo rodeándolo, la cama hecha con sábanas de seda roja, quizá eran un poco cantosas, pobre de ellas. Nada más entrar nos empezamos a besar de nuevo, subi su falda y palpé su entrepierna, estaba totalmente depilada, muy suave y sobre todo muy mojada y caliente, unas gotitas resbalaron por sus muslos, noté como se estremecía. Retiré mi mano y me la llevé a la boca, quería probar su jugo, se lo di a probar a ella también, nos mirábamos fijamente a los ojos, el deseo era brutal.

De repente paramos por un momento. Me preguntó si me había traído hierba, quería relajarse un poco. Me pareció una idea genial. Saqué los útiles de mi maleta y se los dí. Se sentó en la camilla y me pidió que me desnudara y que me sentara en la cama, frente de ella. Hicé lo que me pidió, por supuesto. Empezó a liar el porro, se subió un poco la falda para que yo viera y abrió las piernas. Las vistas eran geniales, estaba brutalmente excitado, de mi polla brotaba un montón de líquido preseminal. Encendió el canuto y yo creía que me moría de éxtasis, tuve miedo de correrme sin contacto, pero me relajé y difruté de lo que veía, de lo sexy que era fumando y del brillo de su coño, nos separaba apenas un metro. Dio unas cuatro caladas y se levantó para pasármelo. Cuando le pegué la primera calada me volvió a besar y se arrodilló frente a mí, aquí empezó una brutal mamada. Primero me cogió la polla con la mano y tras unas dos lentas subidas y bajadas la retiró y empezó a lamer mis huevos, continuaba brotándome un montón de preseminal. Subió poco a poco y se metió casi toda mi polla en la boca, lo que pudo, no pude evitar soltar un enorme gemido de placer. Me miraba con ojos lujuriosos mientras se entregaba a la faena, es difícil explicar lo bien que lo hacía. Cuando me iba a correr masajeó mis huevos y paró con la boca, tenía la boca y las comisuras rebosantes de líquido, me sonrió y sin decir nada se levantó. Se quitó la falda y la blusa en silencio y se dejó los tacones. Se dio la vuelta y se sentó sobre mi polla dejando caer el peso de su cuerpo, de una sola vez. Gritó. Notaba como palpitaba en su interior, como se contraían los músculos de su vagina. La cojí por la cintura y la ayudé, fueron tres o cuatro movimientos muy lentos, mis sensaciones alcanzaban un punto que nunca había experimentado. Se juntaban los meses de deseo mutuo, el placer del contacto y la acción del THC. Noté como salía un montón de flujo de su interior y resbalaba por mis ingles, un arroyo llegó hasta mi ano, más placer todavía. Tras unas cuantas embestidas más se levantó y se dio la vuelta. Se volvió a subir sobre mí mientras permanecía sentado pero esta vez quedándonos frente a frente, era impresionante, me encanta esa cara, esas tetas, ese cuerpo. Sentada sobre mí pasó sus manos alrededor de mi cuello y aumentó el ritmo de la follada, apretando sus tetas contra mi cuerpo. Tenía la piel más suave de lo que pensaba, y los pezones más duros que le había visto nunca. Jadeábamos y nos besábamos. Noté como estaba llegando al orgasmo, la agarré de las tetas fuerte cuando empezó a gritar, a correrse brutalmente, literal. Yo ya andaba cerca, muy cerca del orgasmo, no sé como podía haberme aguantado tanto. Dejé caer mi espalda sobre la cama y se recostó sobre mí. La tenía cogida por las nalgas y la ayudaba a moverse, le encantaba, dejando su cuerpo a mi merced. Empezó a besarme en el cuello, a morderme, a lamerme hasta que me corrí brutalmente en su interior. Con mi extenuación volvió a correrse, logró enlazar otro orgasmo. Podía sentir el montón de ?mejunje? ahí abajo, era gracioso, lo que esperábamos, lo que tanto nos ponía. Exhausta, calló sobre mí, nos abrazamos y nos besamos sin salirme de su interior. Nos quedamos mirando sonriéndonos y volvimos a encender el porro que teníamos a medias.

[continuará?]

Comentarios para Per� chicas bonitas

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