Un taxista muy cooperativo


Infidelidad Un taxista muy cooperativo Víctor estaba muy cansado y hasta estresado en esos días. El exceso de trabajo en su oficina realmente lo estaba matando. Y ni hablar de coger conmigo; eso me tenía mucho más que caliente y desesperada; ya casi dos semanas completas sin que me tocara?
Poe ese motivo esa noche no quiso acompañarme a la fiesta de cumpleaños de mi amiga Camila. Así que arreglé con otra de mis amigas para que pasara a buscarme por casa en su auto.

Aquella fiesta me dejó realmente muerta. Demasiado alcohol, demasiado baile frenético y demasiada noche? sin que un solo hombre me propusiera ir a coger?

Casi todas mis buenas amigas ya se habían retirado cuando a mí se me ocurrió también dejar la fiesta. Salí a la calle y comencé a caminar hacia una avenida iluminada, donde sabía que podría encontrar un taxi?
Al llegar a esa esquina me quité mis zapatos de taco alto; me estaban haciendo doler demasiado los pies?
No tuve que esperar demasiado; enseguida un taxi se detuvo frente a mí, abrí la puerta trasera y me senté reposando mis cansados pies sobre la áspera alfombrilla del piso.

Saludé al conductor y le indiqué la dirección de mi casa. El coche se puso en movimiento. El poder descansar mis pies hizo que me relajara en el asiento trasero, escuchando además la suave música en la radio?
Mis ojos sin fijar la mirada en nada, se detuvieron de repente sobre la espalda del taxista. Parecía ser un hombre dentro de los cuarenta años, fornido, con algunas canas en sus cabellos. Su perfil de nariz recta me hizo pensar que podría ser un tipo atractivo y con personalidad...

Sabía que iba a tardar bastante más en llegar a mi casa; así que le pedí permiso para fumar y el hombre accedió sin ningún tipo de reparos.
Entonces comenzamos a conversar mientras él conducía por la ciudad.
Yo empecé a sentirme cómoda y a tomar cierta confianza, haciendo bromas con doble sentido a las que él respondía de la misma manera.

En uno de los muchos semáforos rojos, la conversación se desvió hacia ciertos temas un poco más íntimos. Cosa que hizo que me empezara a poner algo caliente y a actuar de una forma diferente.
Cruzaba las piernas más seguido; le sonreía de forma pícara y abría cada tanto mi escote para que él pudiera apreciar el surco de mis tetas. Comencé a acariciar mis labios vaginales con los dedos, sintiéndome bien húmeda. Podía sentir que la tela de mi breve tanga estaba empapada. Luego llevé los dedos a mi boca para saborearme a mí misma. Me acaricié las tetas sobre el vestido, sintiendo que mis pezones se endurecían, pugnando por salir?

Empecé a gemir suavemente, ya sin disimulo y entonces el conductor tensó su cuerpo y miró por el espejo retrovisor para no perder detalle?

Pensé en mi esposo y cerré los ojos. Llevé los dedos a mis labios vaginales y toqué ese líquido que salía de mi interior; luego los acerqué a mi nariz para aspirarlo mejor y terminé metiéndomelos en la boca otra vez?
Repetí la operación y al hacerlo, una nueva oleada de placer me invadió y pude sentir que una especie de calor subía desde mi concha a mis tetas?

Abrí mis muslos y comencé a jugar con mi clítoris, ahora sin disimulo...sin importarme que el taxista estuviera mirándome a escondidas?

Me acaricié lentamente, gozando el hormigueo que me provocaba ese contacto; mientras, con mi mano izquierda, frotaba mis pezones que estaban hinchados y erguidos fuera del escote. Al tener los ojos cerrados no podía ver la reacción del taxista; pero se notaba que había logrado ponerlo nervioso, ya que pegaba frenadas en todas las esquinas?

Introduje un dedo hasta el fondo de mi vagina. Comencé a suspirar y a mover ligeramente mis caderas al compás de los movimientos de mi dedo mientras que mi otra mano acariciaba mis pezones?
Al abrir los ojos noté que mis dedos ya no estaban dentro de mi concha, sino los del taxista, que me frotaba el clítoris de manera urgente y furiosa.

El taxi estaba detenido en medio de un parque oscuro; con el motor en marcha, mientras el conductor me penetraba salvajemente con sus dedos.
Una sensación eléctrica se apoderó de mi cuerpo. Comencé a ver una especie de resplandor que fue haciéndose más grande? un orgasmo; que llegó de golpe?
Mi espalda se arqueó y levanté mi pelvis introduciendo aún más sus dedos, mientras un líquido tibio fluía desde el fondo de mi vagina hacia el exterior.

Cuando mi cuerpo dejó de estremecerse, abrí mis ojos y me encontré al taxista mirándome fijo. Después de arreglarme un poco el vestido y mi tanga salí del taxi todavía temblando, para tomar un poco de aire fresco.

El hombre permaneció sentado frente al volante, sin entender demasiado la situación. Sus dedos me habían calmado bastante la calentura; pero yo necesitaba algo más todavía. Encendí un cigarrillo y volví a mirar al taxista, quien seguía con la vista fija hacia adelante, sin ver nada?

Terminé de fumar y le pedí que saliera del auto. Sin decir nada más, me incliné sobre el capot, sintiendo el calor del motor contra mi pecho.
Levanté apenas mi vestido y corrí la tira de mi tanga a un costado.
El taxista no necesitó más invitación que ésa.

Cerré mis ojos otra vez y pronto sentí que su dura y tibia verga me traspasaba en un solo embate, hasta llegar al fondo de mi vagina.
Me bombeó muy despacio, penetrándome con suavidad y embestidas largas. Pasó sus manos por debajo de mi cuerpo, para acariciar mis tetas por encima del vestido. Así estuvimos moviéndonos juntos durante cinco minutos; hasta que pude oír un gemido que escapó de sus labios y entonces sentí su semen tibio invadiendo mi interior.

Se salió muy despacio; me acarició por última vez los cachetes y regresó en silencio a sentarse frente al volante?
Yo permanecí unos instantes reclinada sobre el capot del auto. El taxista no me había hecho acabar durante esa cogida, pero me había brindado mucho placer de todas maneras. Volví a fumar otra vez y luego me senté entré nuevamente para acomodarme en el asiento trasero.

El taxi se puso en movimiento y pronto me dejó en la puerta de mi casa.

Encontré a mi adorado Víctor despatarrado en nuestra cama, totalmente desmayado después de haberse masturbado. Una gran mancha de semen cubría el pantalón de su pijama. Me incliné a lamer esa delicia líquida, mientras sonreía y pensaba en el taxista?

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