Todo fue idea suya


Infidelidad Todo fue idea suya

Así fue como perdí ese trabajo, y era uno bueno, quizás el mejor que había tenido. Bien pagado, pocas horas al día, rodeado de un nutrido personal femenino y hasta le caía bien al jefe. La mera verdad me pasó muchas sin siquiera llamarme la atención.

Ahí sí que podía darme el gusto con las trabajadoras que estaban a mi cargo, sin temer repercusiones ni represalias. Nunca se me recriminó. Al principio pensé que ellas no decían nada, que en verdad lo necesitaban y... bueno, yo les había hecho un favor. Pero luego me enteré de que, aunque algunas ponían queja con el Patrón, éste se hacía de la vista gorda.

Era un fabuloso empleo pero... ¿Pero qué podía hacer...?

Pues resulta que en cierta ocasión, ese amable jefe, me invitó a pasar un fin de semana en su casa de veraneo, cerca de una playa. Por supuesto yo acudí muy puntual y presentable, con toda intención de agradar a mi jefe y a su mujer. Predispuesto de reírme de sus chistes y de interesarme en todo lo que él me contara. Incluso le llevé un presente a su esposa; le compré un arreglo de flores.

Durante la cena, Elvira, la esposa de mi Jefe, me dijo que tenía muchas ganas de conocerme. Yo procuré responder bien a la cortesía, no obstante, ella enfatizó que, ?de verdad?, se interesaba en conocerme tras lo mucho que de mí le había hablado Don Raúl.

Tras la cena, que no dejé de alabar, los tres nos dirigimos al jardín de la casa. Ahí, rodeado de una vegetación exuberante y junto a una bonita piscina, me eché sobre una tumbona ya entrado en confianza, amén a la plática pasada. Y continué la conversación con Elvira.

?Raúl me ha dicho que tienes un ?pegue? muy especial con las empleadas de la fábrica, ¿es cierto?

Yo casi vuelvo el trago que había tomado de mi copa pues, tras decir aquello, noté que su vista se dirigía a ?mi paquete? con total descaro.

?No, qué va. De ahí Saúl, el Jefe de contabilidad, es el más... atractivo ?le dije, como no dándole importancia al tema.

?Bueno... pero no todo está en eso, ¿verdad? Sabes bien que las mujeres buscamos en un hombre algo más que un fino rostro...

Y que la señora pone su mano en mi muslo, llevándola incluso más arriba, en una caricia más bien íntima. Elvira ya casi tocaba el bulto que siempre acompaña a mi muslo derecho dentro del pantalón, cuando el arribo de su esposo hizo que yo mismo cambiara de postura.

Me hice el disimulado, no queriendo quedar mal con el Jefe. Me senté de manera más formal e inicié una plática trivial. Sin embargo la Señora no dejó de insinuárseme. Incluso pese a estar presente su marido. Entre comentario y comentario, ella se daba mañas para subirse el vestido. Tanto que, por en medio de sus piernas, pude verle la tupida pelambrera, ya que se trasparentaba a través de sus blancas pantaletas que eran caladas.

Total que, mientras yo hablaba de cualquier cosa, el Jefazo que me interrumpe.

?Como ves Alberto, ¿no te parece que Elvira es una mujer muy atractiva? Y hoy está en una de esas noches en que... vamos, en que necesita hombre y yo no se lo puedo negar ?dijo Don Raúl, y bebió un trago de vino.

Yo me quedé de a seis.

?Lo que quiere decir mi amadísimo esposo ?dijo Elvira abrazando a su marido?, es que nosotros somos un matrimonio muy abierto, y él, que me ama tanto, está dispuesto a que esta noche tú me satisfagas. Y créeme, debes tomarlo como un privilegio ?dijo, por su parte, Elvira.

Pues a quien le dan oro y se hace el remolón. Poco después, y con permiso del marido, ya me besaba frente a él con su propia esposa. Elvira se deleitaba al ser ?cortejada? por otro hombre frente a su esposo, podía sentirlo.

Cruel fantasía para un cónyuge, me pareció a mí, pero en fin, ¿quién soy yo para juzgar? Sé que hay esposos cornudos que gozan de ello.

Nos cachondeamos suave pero rico.

?Mi esposo me ha contado sobre tus habilidades ?me dijo al oído en un susurro, mientras nos dábamos gusto.

Me fue inevitable ver a mi jefe de reojo. Él no parecía haber escuchado ese último comentario.

Sin embargo, ahora que sabía que mi jefazo estaba al tanto de mis aventuras con las empleadas de su factoría y que me las pasaba de buen modo, me sentí un tanto incómodo estando ahí, frente a él, haciéndole eso. Como que me dio pena por él. Además necesitaba de mayor privacidad para poder dar rienda suelta a mis instintos, así que le sugerí a la Señora; igualmente en un susurro; el retirarnos de ahí.

Por cortesía, supongo, ella le dijo al marido que iríamos a por algo para picar.

Así dejamos a Don Raúl en el jardín, bebiendo, y nos metimos.

Elvira, me llevó a la cocina, en donde me sentí más a mis anchas. Le metí mano, con total deseo, por encima y por debajo de aquel impecable vestido blanco. Mientras le besaba su pecho, le descubrí un muslo. La Señora estaba bien firme, pude notarlo. Cuidaba bien de su cuerpo.



A la vez que yo le hurgaba la humedecida raja, ella llevó su mano hasta mi paquete. Se adueñó de él como si fuera suyo.

Condenada mujer, se veía de buena cuna, de esas que de inicio parecen estiradas pero que, en realidad, se dejan llevar por sus ansias carnales, sin temor al qué dirán.

El faje, ya así, en intimidad, fue gozoso y delicioso. Me deleitó su entrega y su bien formado trasero. Su piel me pareció de lo más suave y satinada.

La desnudé y, como si se tratara de un placentero banquete que estuviera por degustar calientito, la coloqué sobre el brasero. Ahí saboreé su carne toda. Su sabor... su olor, era totalmente grato. La mujer más fina que hasta ese momento había probado.



Su cuerpo ya brillaba por el sudor cuando me dio tremendo mamón endiablado.



Me lo mamó como una mujer necesitada de hombre y, créanme, yo sé reconocer eso. Supe en ese momento que su marido no debía... seguramente no podía saciarla. Lo más probable era que Don Raúl no tenía capacidad, vamos, él debía ser un total impotente en cuanto al sexo. Debía de mantener alguna clase de acuerdo con su Señora a quien le permitía buscar satisfacción con otros hombres.

La Señora era notablemente fogosa. Toda una hembra que tenía que ser saciada. Al meter mano a su raja nuevamente, noté cómo le ardía. Como un pequeño volcán amenazante, echaba una caliente lava que me dejó batidos los dedos.

Elvira suspiraba y respiraba agitada y profundamente. Mi toqueteo la enardecía cada vez más. Metiéndole dos dedos de lleno sentí su fuego interno el cual, seguramente, la consumía por dentro. Ella necesitaba mi manguera para calmar su incendio.

?¿Ya me quieres dentro? ?le pregunté.

?No, aún no ?dijo ella.

Parecía que no quería despegarse de mi sexo aún. Elvira siguió mamándome el pito.

En medio de tal acción advertí la llegada de su marido. Don Raúl entró a la cocina. Traté de hacerme el disimulado, como si no lo hubiera notado. Seguí con lo nuestro.

«Tal vez quiere verme penetrando a su esposa para por fin excitarse», pensé.

En aquel momento, mientras mi falo era tragado con tan férrea voluntad, reflexioné: «Será que mi Patrón sea uno de esos tradicionales cornudos que gozan nomás viendo a su mujer siendo empalada por otro hombre, o será que es un enfaldado; uno de esos hombres tan obedientes a su mujer que hacen todo lo que ella les dice. Sí, quizás de ella proviene su riqueza... claro, las fábricas deben ser de ella y él sólo las administra. El hombre debe estar dispuesto a complacer los caprichos de su esposa con tal de seguir al mando del negocio; aún si se tratan de caprichos sexuales con otros hombres».

Yo seguí con lo mío como si él no estuviera allí. Las manos de Elvira se agarraban de mis nalgas como zarpas a su presa, cuando de pronto... ¡...ZAS! Que el muy cabrón de mi patrón se va sobre mi verga. Me la tomó del fuste con una mano. Así parada, y con la punta aún siendo sorbida por la boca de su esposa.

Nomás sentir su mano, me fue inevitable reaccionar apartándome violentamente.

?Tranquilo Alberto ?me dijo Elvira?. Raúl sólo quiere unírsenos al juego.

En ese instante, como un golpe de agua fría, la realidad cayó sobre mí dejándome helado.

Raúl, mi jefe, era en realidad homosexual. Según me contó su propia esposa, ellos habían descubierto eso desde hacía años, lo que les trajo conflictos, claro; aunque lograron salvar su matrimonio al llegar a un acuerdo. No romperían su relación, pues a ambos les convenía, y en cambio se darían la libertad de gozar del sexo cada quien a su manera.

No era raro, por tanto, que Elvira gozara de una que otra aventura con algún amante esporádico, sin prohibición ni reproche de Raúl, así como ella misma no le ponía negativas en su... bueno, en sus particulares preferencias. El caso era que, desde hacía poco más de un mes, la pareja se había embarcado en una nueva aventura.

Eso ocurrió una ocasión en la que la Señora de la casa contrató a un humilde pero atractivo plomero.

Como no era raro en ella, Elvira decidió ir sobre el tipo. Coqueteó con el atractivo y joven macho mexicano. Aquél, siendo un digno representante de su estirpe, no quiso fallarle a la dama, así que pese a la diferencia de clase y de edades (él apenas tenía la mitad de edad de la Señora) pues...

?¡Así Juan... así! ¡Anda ya! Anda, ya destápame de una vez por todas ese ?caño? que para eso te pago ?le decía a voz en grito Elvira al buen mozo.

El joven entendió. Sacó su miembro de la jugosa vagina y se le dejó ir por el estrecho anillo cerrado. El plomero se me metió, estando la dama frente a él en posición ?perruna?. Aquel varonil trabajador se la dejaba ir por el recto, es decir, cumplía justo con su labor: destapar caños, pese a estar repletos de... jmmm... bueno, ya me comprenden.

Y su intención bien podría ser dejar totalmente limpio aquel tubo, pues lo pulía y lo pulía con empeño propio de su oficio.

En fin, la mujer gozaba cumpliendo una morbosa fantasía cuando, sin ella saberlo, llegó Raúl. Como ellos estaban en la sala, de cara a la piscina y el jardín, no lo notaron.

Raúl, es decir mi patrón, quedó pasmado. Nunca había estado en presencia de... es decir, cada quien respetaba la privacidad del otro en cuanto a sus encuentros.

Según palabras de él mismo: ?...algo me pasó. No sé cómo explicarlo pero lo cierto es que tuve una erección de inmediato. Una como pocas. No sé si me la provocaba él, o ella, pero supe que aquello no me lo debía perder por nada del mundo?.

Así que mi jefe no abandonó la casa, como hubiese sido lo propio según el acuerdo que tenía con su mujer, sino que a hurtadillas rodeo a la pareja saliendo hacia el jardín para, desde ahí, tener una mejor perspectiva. Desde detrás de unas plantas continuó siendo testigo de lo que ocurría a unos pocos metros de él, aquella cópula entre el fontanero y su señora esposa.

Elvira, por su parte, me dijo que en cierto momento pudo notar un particular movimiento entre algunas matas de su jardín y, después de un rato de duro ayuntamiento por parte de su efímero amante, entendió todo, así que dijo:

?Juan, ¿puedes ver cómo se mueven esas hojas de allá?

?¿Qué? ¿Cuáles...? Ahhh... Sí ?le contestó aquel amante improvisado pensando, probablemente, que se trataba de unas ramas movidas por el viento.

?Pues quiero que tomes su mismo compás.

?¿Cómo? ?preguntó intrigado, pero sin dejar de entrar y salir de su desagüe.

?Sí, que me sigas follando pero al ritmo del vaivén de aquellas palmas.

El joven que no era tonto, sólo un tanto inculto, logró empalmar sus movimientos a los producidos por Don Raúl quien se masturbaba al verlos provocando el meneo de aquellas hojas tras las que se ocultaba.

Cuando aquel joven moreno húbose vaciado en el hueco anal de la Señora, su patrona (no sin haberla abofeteado de sus más hermosos cachetes), aquella no dejó de reconocerle su dedicado trabajo.

?Mmmm... sí que me destapaste el drenaje, mira nomas ?dijo, e hizo ademán de mirarse a sí misma el trasero, aunque no pudo?,lo siento bien abierto. Hasta puedo sentir el airecillo colándose por allí.

El cabrón suertudo se largó, no sólo con la satisfacción de haber penetrado a la Señora, sino que también con un buen billete en el bolsillo, pues Elvira no dejó de pagarle por su oficio.

?¡Ya, sal de ahí! ?gritó a su marido, y éste emergió de su escondite.

Ambos se miraron sin cruzar palabra. En un arrebato, como nunca antes hubo entre ellos, se abrazaron y ahí mismo hicieron el amor. Tanto tiempo tenía que ya no recordaban cuando había sido la última vez que tuvieron contacto sexual, no obstante, en ese momento, él la penetró tras haberla olfateado de ahí donde el otro hubo dejádole su semilla. Aquello lo puso de lo más cachondo, según sus propias palabras. La pareja se desbordó.

Y pues aquello lo querían repetir pero ahora lo habían planeado con anticipación. Ahora era Elvira quien quería ver cómo gozaba su marido y... pues yo era el amante invitado.

Sopesé las cosas: Arriesgar mi empleo o arriesgar mi hombría.

Cuando le clavé mi miembro, tan duro, y tan sólido como en cualquier otra ocasión que hubiese penetrado (claro que ahora era la primera vez que lo hacía en un hombre), el hueco de mi jefe se abrió. Aunque traté de no verle. Me concentré en mirar a su esposa.

Yo no dejaba de mirar a Elvira quien nos veía con total lascivia. No quería que mi excitación bajara así que me enfocaba en ella mientras penetraba a su marido. Tenía que dejar complacido a mi patrón aunque aquello dependiera de... bueno, pues de eso. Yo bien sabía que me lo sabría bien recompensar.

Pero, a pesar de eso...

¡Renuncié! Sí, renuncié. Pero es que ya no podía tolerarlo. Semanas después de aquello, a cada rato quería... bueno, ya saben, mi patrón continuamente me llamaba a su oficina y órale. Duro y duro se la tenía yo que aplicar. Decía que se había vuelto adicto a mí... ¡mchxa! ¡Sáquese que!

Lo que pasa es que le gustó el grosor de mi reata, jajaja. No ya, la neta comenzaron las habladurías y... pues no iba a dejar que así quedara mi reputación, ¿verdad?

FIN

Comentarios para Per� chicas bonitas

Yefersn
Lima - Perú Soy un chico seguro y de pocas palabra, pero no te arrepentirás �� ...
Kdkdn
Panama - Panamá El video de lourdes de pese lo tienen, pero para que me lo pasen? ...
Ricardo primerizo
Lima - Perú bueno cuerpo y cara tengo mis 16 años busco una mujer mayor o de mi edad para probar el sexo ...
Ricardo primerizo
Lima - Perú Hola soy un jovencito de test blanca con bueno cuerpo y cara tengo mis 16 años busco una mujer mayor ...
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