Mamen


Infidelidad Mamen Corría el año 93. Francis y yo acabábamos de cumplir los 18. ¡Que mayores nos sentíamos!! Y como cada tarde de entonces, íbamos al gimnasio a echar un ratillo.

Preparamos las mochilas e iniciábamos el trayecto de siempre hablando de los mismos temas: música y videojuegos. Que sencilla era la vida por entonces.

Al llegar al gimnasio la sensación de ?déjà vu?, era constante. Las mismas caras de siempre. Sergio, el dueño del gimnasio, que siempre nos recibía con su eterna sonrisa y animándonos a dejarnos la piel en cada jornada. Javi, el policía nacional, que se pasaba más tiempo mirándose al espejo que haciendo su rutina diaria. Katy, la mujer de la tienda esotérica, se sentaba en una bicicleta estática y ahí se quedaba horas. Jordi, un muy buen tipo y, al igual que Katy, se sentaba en cualquier máquina y de ahí no se movía. Y Mamen, la monitora de aerobic.
Mamen era una auténtica preciosidad: estatura media, pelo rizado largo, ojos enormes verdosos, unos labios gruesos y terriblemente sensuales y un cuerpo de infarto fruto de sus eternas sesiones en el gimnasio. Un pecho grande y firme y el culo más perfecto que he llegado a ver a lo largo de mi vida. Pero, además, era un amor como persona. Siempre con una sonrisa en la boca y una amabilidad casi infinita.

Un día se nos acercó y nos comentó que no tenía mucha gente en la sesión de aerobic y nos propuso que nos uniéramos. Francis y yo nos miramos, sonreímos y dijimos: ¿por qué no?? Y ahí fuimos, como dos valientes e ignorando la paliza física que estábamos a punto de recibir. Mamen nos colocó al final de todo y Francis, encantado. Tenía todo un horizonte de culos a su vista y se deleitaba la misma con cada uno de ellos. Mamen nos llamó: ¡Vosotros!! Sí, sí los nuevos, miradme a mi e intentad seguidme. Vale!! Exclamamos los dos. Y empezó la pesadilla.

No tuvo compasión ninguna, la clase empezó a un ritmo bestial y a los cinco segundos ya no sabíamos dónde mirar ni dónde ir. Yo miraba hacia todos los lados hasta que volví la vista a Mamen y me di cuenta que me estaba mirando y sonriendo. Francis se dio cuenta también y me dijo: tío, me estoy fijando que no para de echarte miradas. Claro, dije yo, somos nuevos, está pendiente de nosotros. Si claro, pues de mi ha pasado mogollón, dijo. No le di mayor importancia. A lo que sí le di importancia, era al terrible agotamiento que nos había proporcionado la sesión. Todavía me duele.

Al marcharnos, Mamen vino a nosotros y nos dijo: ¡muy bien chicos! ¡Mañana más! Francis agachó la cabeza y ni contestó y yo, poseído por un valor que a día de hoy no sé ni cómo vino a mí, le comenté: mañana no sé, pero ahora podríamos ir a la sauna. Francis giró la cabeza mirándome ojiplático perdido, yo, que enseguida recuperé la razón, no sabía dónde meterme y Mamen me contestó: Por mí, vale. Y se fue.

Y fuimos a la sauna, pero Francis y yo. Era martes y los martes era sauna de chicos. Y, como cada vez que hacíamos sauna, Francis se trempaba y se colgaba la toalla en la polla a modo de perchero. Siempre igual. Entramos los dos, desnudos con una toalla para sentarnos porque aquello quemaba muchísimo y nos quedábamos en silencio, totalmente relajados. Aquel día Francis tuvo que irse antes, a mí me apetecía quedarme un poco más y así lo hice.

Al poco tiempo de irse, oigo la puerta de la entrada a la sauna y al rato la ducha. Quien vendrá ahora? Pensé. Yo seguía en mis pensamientos sudorosos cuando me di cuenta de que alguien se acercaba. Miré hacia la ventanilla de la entrada y apareció ella, Mamen. Me miró fijamente, sonrió y abrió la puerta. Allí estaba ella, con el pelo mojado y sólo una toalla que le cubría el cuerpo. ¿Qué haces aquí? dije. Es martes, sólo es para chicos hoy. No te preocupes, he puesto el cartel de sauna estropeada en la puerta. Nadie nos m*****ará. ¿m*****ar, dije, porque nos iban a m*****ar?? Ella, simplemente se acercó, quitándose la toalla y dejándola caer al suelo. Mi mirada se fue a sus pechos. Grandes pechos, firmes y con unos pezones igual de grandes y oscuros. Rápidamente mi mirada volvió a su cara, avergonzado. Tócalos si quieres. El miedo me paralizaba. Tuvo que ser ella la que cogió mis manos, manos con las que me estaba tapando mis zonas nobles, y las puso sobre sus pechos. Torpemente los acaricié. ¿Te gustan?, me dijo. Sin apenas dejar tiempo para contestar, se abalanzó y me beso. Su lengua rápidamente se hizo un hueco en mi boca y se juntó con la mía, en un baile que ni la sesión de aerobic de un momento antes. Mientras seguíamos besándonos, ella bajo su mano hacia mi polla, la cogió y empezó a tocarme. Debido a los nervios no estaba empalmado, así que empezó suave, acariciando tanto la polla como los huevos, hasta que poco a poco mi polla, más lista que yo, tomó el control de la situación. Noté como se empezaba a poner dura?y mucho. Mamen ya la podía manejar a su antojo. Movimientos lentos arriba y abajo que daban paso a un breve momento de velocidad para volver al ritmo pausado. Yo, me había liberado por completo y de su pecho fui bajando hacía su coño. Jugué con mis dedos en él. Con el índice y el anular separé sus labios y con el corazón empecé a jugar con su, ya durísimo, clítoris. Y allí estábamos los dos, masturbándonos mutuamente en un sueño que no quería despertar. En un momento, dejó de besarme y soltó la polla, me miró, sonrió y se agacho. No puede ser, dije. Esto no. Y, sin mediar palabra, se metió mi polla entera en su boca. Era mi primera vez. Nunca me lo habían hecho. Aquella sensación de tener mi polla dentro de algo caliente y húmedo era celestial. Hacía con ella lo que quería: La chupaba, la sacaba de la boca, con la lengua recorría todo el tronco hasta la punta, se daba golpes en la cara con ella, me chupaba los huevos...Yo, ya no podía más. Habrá que acabar pronto me dijo. Dicho esto, empezó a acelerar el ritmo de la mamada. Te vas a correr para mí, ¿verdad?? Sí, contesté escuetamente. Levántate me dijo. Me puse de pie, mirando como esa belleza se comía mi polla. Me iba a correr, le dije. Se sacó la polla de la boca, mirándome con la boca abierta y la lengua fuera, esperando algo?Y me corrí. Pude ver mi esperma recorriendo sus mejillas, tragándose lo que le había caído dentro de la boca. Tuve que sentarme. Me flaqueaban las piernas. Ella se levantó y dijo: me tengo que ir. Salió. Ducha rápida. Se despidió desde la ventanilla de la sauna. Y se fue.

Y ahí me quedé yo, sentado, siendo poco consciente de lo que acababa de pasar, pero con una sensación de felicidad enorme. Al poco tiempo por asuntos personales tuve que dejar el gimnasio. Nunca más volví a verla. Pero nunca podré olvidarla.


Comentarios para Per� chicas bonitas

Yefersn
Lima - Perú Soy un chico seguro y de pocas palabra, pero no te arrepentirás �� ...
Kdkdn
Panama - Panamá El video de lourdes de pese lo tienen, pero para que me lo pasen? ...
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