Entregando a Lorena 27


Infidelidad Entregando a Lorena 27 Entregando a Lorena 27

Coincidimos por fin con Lorena en poder pedir una semana libre en nuestros trabajos y hacernos una escapada a la costa.

Después de registrarnos e instalarnos en un lindo hotel, Lorena averiguó que se podía disfrutar de una piscina cubierta con ambiente climatizado, así que en apenas dos segundos ya estaba lista, con una diminuta tanga blanca que se perdía entre sus firmes y redondas nalgas, mientras que otra pequeña parte apenas cubría sus pezones, ahora bien erectos, aunque yo no entendía el por qué de semejante excitación de su parte.

Al verla salir de la habitación, caminando con tacos altos y una salida de baño que apenas le tapaba la cola, no me sentí demasiado cómodo. Estaba seguro de que tarde o temprano, Lorena iba a descontrolarse por algo y dar un buen espectáculo?. Y no me equivocaba?.

Pero por suerte cuando llegamos al lugar, estaba casi vació; solamente un par de parejas y algunos grupos de hombres se encontraban allí, disfrutando de la piscina. Lorena se zambulló apenas llegamos, para salir después de algunas brazadas, sentándose a mi lado en unas reposeras, a disfrutar del sol que se filtraba por los amplios ventanales.

Lorena pronto se volteó boca abajo con su perfecta cola a la vista de todo el mundo, quedándose algo adormilada, La tranquilidad que había hasta ese momento había desaparecido. Ahora mucha gente se había reunido alrededor nuestro y el murmullo y el ruido comenzaba a ser insoportable. Yo podía ver que todos los hombres miraban disimuladamente la cola de mi esposa, que seguía tumbada boca abajo, con los muslos un poco abiertos?

Cuando decidimos regresar a nuestra habitación, nos cruzamos con un hombre algo mayor, que se presentó como el Gerente del hotel y nos preguntó si estábamos a gusto. Arturo se llamaba y mientras saludaba a Lorena, no dejaba de mirarla de arriba a abajo.

Le expliqué que el lugar era demasiado ruidoso y entonces sonriendo nos invitó a pasar a la piscina VIP del hotel, donde solamente habría hombres mayores, todos empresarios, que seguramente serían más silenciosos que los demás turistas.

Nos invitó a pasar por una puerta, tomando la precaución que pasara mi esposa adelante para poder mirarle bien el culo, lo cual hizo sin disimulo clavándole los ojos durante todo el trayecto. Aún hablando conmigo no podía dejar de ver el espectáculo que estaba dándole Lorena, balanceando su hermosa cola dura de un lado a otro.

Cruzamos varias puertas hasta llegar a una piscina más pequeña que la anterior; tenía una barra en la que se servían tragos y como había anticipado Arturo, apenas tres hombres mayores se encontraban allí. Lo que no había en ese lugar era ninguna mujer, así que las miradas de los tipos recorrieron el culo de mi esposa mientras pasaba frente a ellos. Ella por supuesto lo había notado y entonces arqueaba todavía más la cola para que pudieran admirarla un poco mejor.

Ella se acostó boca abajo en una reposera, levantó la vista hacia los hombres y me dijo:

?Viste, mi amor, los tengo enloquecidos a los viejos con mi cola?.

Ni siquiera le respondí. Los viejos la estaban cogiendo con la mirada y yo no podía hacer nada?

De repente Lorena se levantó, pasó por delante de todos ellos moviendo la cola y se zambulló de cabeza. Estuvo nadando un rato y al final salió por la zona menos profunda. Entonces me quise morir? Su tanga blanca se había vuelto casi transparente, dejando traslucir sus pezones bien erectos y la raja de su concha depilada perfectamente delineada, como si estuviera completamente desnuda. Ella lo sabía y yo sabía que eso la excitaba muchísimo?

Desde mi reposera veía como todos se la querían comer y eso me excitaba cada vez peor.

?En verdad tiene Usted una mujer muy hermosa?. La voz de Arturo sonó a mis espaldas.

?Veo que no le incomoda que los hombres la miren y la deseen? Continuó, ya un poco fuera de lugar.

Antes de que pudiera responderle, Lorena se acercó a nosotros, secándose el cuerpo con una toalla, de manera muy sensual. Por su expresión, noté que su calentura ya era inevitable.

?Me permite pasarle un poco de crema humectante por la espalda? Le preguntó el muy atrevido.

Por toda respuesta, mi esposa se acostó con la cola para arriba y le alcanzó el pote de crema. Arturo le tiró un chorro de crema sobre la espalda y comenzó a frotársela. Ella cerró los ojos y suspiró apenas; se notaba que ya explotaba de tanta calentura.

Arturo le pidió que parara un poco la cola para poder pasarle crema allí. Ella abrió los ojos y me miró como pidiéndome permiso y levantó un poco el culo. Yo ya no podía hablar. Los otros tres hombres se habían acercado de a poco y ahora no se perdían detalle de semejante escena.

El Gerente comenzó a masajearle el culo casi con desesperación. Sus manos se deslizaban con facilidad a causa de la crema y Lorena cada vez lo paraba más, mientras suspiraba suavemente.

?Voy a correrle la tanga para que la crema le llegue bien adentro? Dijo sin darle otra opción.

Ahora con la tanga corrida a un lado y sus labios vaginales expuestos, Lorena se puso de rodillas y escondió la cabeza en un almohadón, mientras le pedía que le pusiera todo adentro.

Arturo entonces dejó caer otro poco de crema sobre el ano de mi esposa y comenzó a extenderlo con dos dedos, llegando inclusive a abrirle un poco los labios vaginales. Fue ahí que ella no puso reprimirse más y dejó escapar unos gemidos que evidenciaron su primer orgasmo.

?Así está mejor?? Preguntó Arturo mientras con un dedo dilataba ahora el ano de mi mujercita.

Lorena no podía responder, solamente gemía, suspiraba y jadeaba suavemente.

?Creo que Usted necesita un masaje más intensivo, para que pueda relajarse mejor?. Le dijo?

Antes de que ella pudiera contestar, Arturo me entregó las llaves de una habitación, diciendo que lo esperáramos allí, donde le harían un buen masaje.

Cuando llegamos a la habitación, Arturo y otros tres hombres mayores ya estaban allí.

Tomó a Lorena de la mano y la hizo sentar en la cama, mientras me indicaba que podía sentarme en un sillón cercano a la ventana.
Luego sin ponerse colorado, el tipo le pidió a mi mujer que se quitara la malla y se acostara desnuda boca abajo en la cama.
Mi mujercita me miró mientras se mordía en labio inferior, preguntándome con la mirada si me parecía bien que se desnudara frente a esos desconocidos.

Yo asentí con la cabeza. La notaba con tal calentura, que ya sabía lo que se venía: mi dulce esposa enculada por las vergas de estos viejos, si era que se les ponía dura todavía?
Ella se puso de espaldas y se sacó primero el corpiño. Luego metió los dedos al costado de la tanga y la fue bajando despacito, dejando a la vista su redonda y firme cola. Se acostó boca abajo en la cama, colocando un par de almohadas bajo sus caderas, quedando así su hermoso culo en el aire.

Arturo se sentó al lado y comenzó a acariciarle suavemente la espalda.

?Le arde aquí?? Le preguntó mientras le pasaba los dedos entre los redondos cachetes de la cola.

?Ahí no, un poco más adentro? Contestó ella, parando más la cola y abriendo las piernas?

El caradura se untó los dedos con crema y de repente se los hundió en el culo a Lorena, que dejó escapar un grito de sorpresa ante la inesperada invasión. Ella se puso de rodillas para facilitar la entrada de los dedos. El tipo le preguntó si así le gustaba?.y ella respondió que le encantaba.

?Entonces ahora le voy a meter la crema más adentro? Dijo Arturo mientras se desnudaba.

?Con su permiso, necesitamos llegar más a fondo? Me dijo mientras se untaba con crema la cabeza de su endurecida verga, que no era muy gruesa pero sí bastante larga?

Sin esperar mi consentimiento, se ubicó entre las piernas abiertas de Lorena y de un solo impulso hacia adelante la penetró por el culo con bastante violencia, aferrándola por las caderas.

Mi mujercita gritó como loca, pidiéndole que le metiera la crema bien a fondo?

El tipo la cabalgaba enfebrecido, mientras le preguntaba si todavía le ardía.

En apenas segundos Arturo arqueó la espalda y se quedó quieto contra las nalgas de Lorena; entonces me imaginé que había derramado su leche dentro del culo de mi dulce mujercita.
Enseguida se salió de ella y le hizo señas a uno de los viejos, quien se acercó a la cama tomándose la verga con las manos, mientras la masajeaba y trataba de endurecerla.

?Así le va a entrar más profundo? Le dijo a ella, que ahora no sacaba la vista de la verga del viejo.

Este primer viejo también la sodomizó sin darle cuartel, hasta acabarle adentro del culo. El tercer hombre aprovechó la lubricación que habían dejado los otros dos dentro del culo de mi mujercita y por supuesto pronto tenía metida su verga, más gruesa que las otras, dentro del culo de Lorena.
Después siguió el cuarto viejo, pero a esta altura a mi esposa ya no parecía importarle demasiado quién la estaba sodomizando.
Durante un buen rato se turnaron para destrozarle el culo, hasta que los cuatro, exhaustos y ya sin más semen disponible, se cambiaron y se retiraron sin decir palabra.

Me acerqué a mi mujercita, que había quedado tendida boca abajo todavía con la cola levantada y la piernas abiertas. De su ano manaba un río de semen, que caía deslizándose por los labios mayores y se acumulaba en las sábanas. Además Lorena se había estado metiendo sus dedos en la vagina mientras los cuatro viejos abusaban de su culo. Así que las sábanas también estaban empapadas por las acabadas de ella.
Tenía la entrada anal muy dilatada y enrojecida, se veía bastante irritada.

Le pregunté cómo estaba y si le dolía?
?Me dejaron el culo a la miseria estos viejos verdes, pero qué bien me lo rompieron!!?. Dijo Lorena abriendo un ojo y sonriendo con picardía.

?Me dejaron con ganas, me arruinaron la cola? pero, la concha no me la tocaron??

Sonreí y comencé a desnudarme, mientras ella se ponía de espaldas y abría sus hermosas piernas para mí?

Comentarios para Per� chicas bonitas

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