El se�or Manuel (IX)


Infidelidad El se�or Manuel (IX) Me giré un poco más, dándole la espalda al señor Manuel, y mis nalgas quedaron al aire con el camisón más subido aún al hacer ese giro, mientras me hacía la dormida. Desde donde estaba podía ver con los ojos casi cerrados a mi marido haciéndose el dormido, y en un espejo del pasillo veía reflejado a nuestro vecino mirando con disimulo mis nalgas e imagino que también vería mi sexo desde atrás.

José hacía como que respiraba más fuerte, y se hacía el dormido, pero lo que mi marido no sbe es que él nunca hace esas respiraciones al dormir, así que descaradamente se hacía el dormido para observar. Miré hacia abajo, y el bulto de su pantalón indicaba que se estaba excitando. Por el espejo veía como el señor Manuel miraba la tele, y con disimulo nos miraba, y se detenía a ver mis encantos. En ese momento pude ver cómo cogía una revista y la apoyaba encima de su pantalón. Claramente se había vuelto a empalmar, e intentaba ocultar su erección.

No quise seguir siendo mala con ambos hombres, e hice como que despertaba, a la vez que con suavidad, recolocaba mi camisón y me enderezaba hacia la televisión. Manuel hacía como que veía la televisión, y José al moverme yo, se colocó una mano sobre su sexo para tapar su bulto duro.

- Perdonar, me he quedado traspuesta. Creo que me voy a la cama. Buenas noches, Manuel.

- Buenas noches, María. Yo me quedo unos minutos más que me baje la cena, y también me iré pronto.

- Ahora voy, María. Acabo de ver esto, y te acompaño- dijo José.

Obviamente, no había bajado del todo la erección de los dos, y no se atrevían a levantarse tan rápido.

Me estaba metiendo en la cama, cuando José entraba al baño a hacer un pis. Le esperé despierta. A los dos minutos entraba en la habitación con la luz apagada y un poco de resplandor de la calle que entraba por la ventana abierta, y se tumbó a mi lado.

Me giré hacia él, y fui directa a tocarle sus partes.

- ¿Y esta humedad en el pantalón del pijama?

- No sé, me habrá goteado la colilla al orinar- me contestó como intentando disimular aquella humedad de la erección de unos minutos antes.

No se atrevía a decirme que me había mostrado a nuestro vecino para ver su reacción aprovechándose de que yo dormía. Lo que no sabía José es que yo lo había observado todo y era yo la que había jugado realmente con ellos.

No hizo falta que yo insistiera, ya que rápidamente metió la mano bajo el camisón, y fue directo a tocar mis tetas mientras me besaba sin importarle que la puerta estaba abierta, y nuestro vecino estaba aún en el salón, y nos podía oír.

En un instante estábamos los dos desnudos, cuerpo a cuerpo, besándonos, y tocándonos, con otro hombre a menos de diez metros de nosotros. La situación era realmente morbosa, y tanto juego nos estaba haciendo perder el sentido de la prudencia; al contrario, hacer el amor con la puerta abierta era un punto a favor de nuestro gran disfrute.

Estábamos tan calientes, que me coloqué entre la piernas de José, metiéndome su polla en la boca, jugando con mi lengua con su glande, hasta darle una profunda mamada, algo que le vuelve loco, hasta el punto donde no tener una desagradable arcada, pero que le dejó la polla empapada. La saqué de mi boca con suavidad antes de que se corriera, y me senté sobre él. Entró tan rica en mi interior, que me estremecí de placer. Mis pechos se pusieron firmes y llenos, mis pezones erectos, y mientras cabalgaba, mi dedo tocaba mi clítoris.

José me agarró los pechos con suavidad, y empezó a jugar con mis pezones retorciéndolos con suavidad, algo que me vuelve loca cuando estoy tan caliente. Mi respiración tomó fuerza, jadeaba suave, pero creo que no tan suave como pensaba.

En en salón sentí cómo la tele se apagó. Ahora sí que nuestro vecino debía estar escuchando mi respiración y jadeos.

Ese silencio me excitó más, y de mi boca salieron unas palabras que no pude evitar:

- Me corro, me corro... - y unos jadeos intensos continuaron a dicha frase, mientras sentía los latidos de la polla de José llenándome de su líquido maravilloso.

Caí rendida al lado de José, y él se durmió como un angelito.

Habían pasado unos minutos, cuando sentí que Manuel entraba en el baño. Había esperado a que acabáramos para no m*****ar nuestro momento. Escuchaba cada ruido que había en el servicio: cómo orinaba, vaciaba el agua de la cisterna, se lavaba las manos, y acto seguido sentí el ruido de cortar papel higiénico, justo antes de salir del baño.

Seguí escuchando desde la cama, y en cuestión de dos minutos había apagado la luz de su mesilla, y sentía como se tumbaba en la cama, y había pequeños ruidos al tumbarse o moverse en ella para coger postura. Por fin se hizo el silencio, y solo llegaba el ruido esporádico de algún vehículo que pasaba por la calle, o algunas personas que hablaban volviendo seguramente a sus casas.

Con cuidado me levanté de la cama para ir al baño a lavar mis sexo, y no despertar a nadie. Iba descalza sin hacer ruido, y al llegar al pasillo escuché unos ruiditos. Esta vez los identifiqué rápidamente. Claramente me di cuenta de lo que sucedía, con el papel higiénico, y esos movimientos y respiración. El señor Manuel se estaba masturbando de nuevo. Pero no me asustó, al contrario, me encantó quedarme quieta a pocos metros de su puerta escuchando, hasta que sentí su respiración más intensa y como paraba el movimiento de mano y se normalizaba sus expiraciones e inspiraciones. Acto seguido escuché el ruido de un papel limpiando su tripa, cómo caía el trozo de papel al suelo hecho una bola, y se colocaba la ropa. Era realmente excitante y bonito saber que yo había despertado esos instintos en un hombre al que tanto cariño tenía y que tan educado y correcto era conmigo siempre. Me quedé quieta sin hacer ruido, y apenas había pasado un minuto cuando sentí que también nuestro vecino caía dormido. Ahora había estero en la casa de dos hombres semirroncando.

Entré con sigilo en el baño, cerré la puerta a oscuras, y me senté en el bidé a lavarme. Me sequé, y volví con sigilo a la cama para intentar descansar sin que me sintieran.

A mí tanta excitación no me dio sueño, al contrario, continuaba muy caliente, y tardé más de dos horas en conseguir dormir, pero tampoco hice nada para aliviar mi calentura. Hacía mucho calor, demasiado, así que seguí desnuda sobre la cama hasta que el sueño me venció.

El despertador sonó de nuevo. Otro día que José entraba de mañana. Estaba agotada, justo cuando más plácidamente dormía, tuvo que sonar. Me puse el camisón de raso para ir a la cocina a prepara el desayuno y el almuerzo que tenía que llevar José al trabajo. Al pasar por la habitación de Manuel, vi la bola de papel junto a la cama, y a nuestro vecino durmiendo únicamente con su pantalón de pijama. Mientras prepara todo, sentí como el señor Manuel entraba en el baño a orinar, y se volvía a la cama sin pasar por la cocina. A los pocos minutos entró José en la cocina y allí le dejé desayunando mientras yo me volvía a la cama a ver si conseguía descansar un poco más; estaba tan cansada. Al pasar por delante de la habitación de Manuel vi que nuestro vecino estaba tumbado de lado de espaldas a la puerta, y la bola de papel no estaba, ya la había recogido para que no la viera. Me quité el camisón, para seguir durmiendo fresquita, y esta vez sí que caí dormida.

Al entrar José en la habitación para vestirse, me medio desperté. Apenas entraba claridad por la ventana, pero lo suficiente para ver la ropa que tenía que ponerse. Se quedó en bóxer mirándome, y se agachó a darme un beso mientras acariciaba mi cuerpo con dulzura. Su mano bajó a mi entrepierna, y mojándose un dedo en su boca, lo introdujo con suavidad en mi sexo.

- Ummmmm... José, que vas a llegar tarde.

Y sin decir nada más, se quitó el bóxer, y se colocó con la polla empalmada de rodillas entre mis piernas. Apoyó la punta entre mis labios vaginales, y entró lentamente. Poco a poco entraba y salía, y cada acometida me calentaba más y más. Me estaba poniendo a mil.

- Córrete, José, que vas a llegar tarde a trabajar- Le dije en voz alta entre tanta excitación.

El ritmo iba aumentando, mientras yo me tocaba el clítoris. En pocas embestidas más, sentí su miembro latir en mi interior. Me hubiera encantado seguir, pero tenía que irse a trabajar.

Sentía cada latido con su miembro duro metido hasta el fondo, mientras me daba un nuevo beso. De pronto se agachó, e hizo algo que me vuelve loca, metió su lengua dentro de mi sexo para saborear su semen. Uffffff, me estaba poniendo cardiaca.

Cuando más caliente estaba, se levantó, me dio un beso, y me dijo:

- Luego lo continuamos, que llego tarde al trabajo. Disfruta en mi ausencia tú que puedes.

Y comenzó a vestirse rápidamente. Cogió la cartera, y se dirigió a la cocina mientras yo entraba al baño a lavarme el poco semen que me debía quedar tras la lamida que me había hecho.

Con el ruido del bidé no había escuchado si José se había ido, así que sin darme cuenta me acerqué desnuda a la cocina, no sea que se dejara algo. La costumbre de hacerle revisión de todo. Ya salía él con la fiambrera, las llaves, y los zapatos puestos.

- Pero, Cari, ya veo yo que le vas a dar más de una alegría a Manuel- Y me dio un beso para que no dijera nada, mientras me agarraba la nalga con la mano libre.

Abrió la puerta para salir a la calle, y yo la cerré con sigilo para no hacer mucho ruido, echando el cerrojo.

Entré a la cocina a beber un vaso de agua antes de volverme a la cama, y con la poca claridad que había, derramé un poco de agua en el suelo. Cogí una balleta para recoger el agua del suelo, y me arrodillé dando la espalda a la puerta.

En ese momento sentí que nuestro vecino se levantaba, y me quedé petrificada. Los pasos se acercaban a la cocina.

(Continuará)...

Comentarios para Per� chicas bonitas

Yefersn
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Panama - Panamá El video de lourdes de pese lo tienen, pero para que me lo pasen? ...
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