Con los amigos de Helena


Infidelidad Con los amigos de Helena Esa noche estaba sola en casa; Víctor de viaje, no regresaría por un par de días. Helena me llamó para invitarme a salir pero yo estaba un poco cansada, así que le ofrecí que viniera a cenar a mi casa.

Por supuesto, antes y durante la cena, estuvimos franeleando entre nosotras y besándonos como hacíamos cada vez que estábamos a solas, sin miradas indiscretas y sin nuestros maridos?

A medianoche ya habíamos agotado toda la existencia de vino tinto y champagne que tenía mi adorado esposo en su pequeña bodega.
Helena estaba muy caliente y con ganas de salir. Me confesó entre caricias y besos, que Jorge no la estaba cogiendo con demasiadas ganas en los últimos días y eso la tenía muy, muy caliente.

Pero lo que más excitaba a Helena, era sospechar que su esposo la estaba engañando con su secretaria veinteañera.
?Claro? esa pendeja tiene las tetas y el culo bien firmes; pero seguro no le chupa el pito como lo hago yo?? Se rió mi amiga, ya bastante atacada por el efecto de las botellas vacías a nuestro alrededor?

Me propuso entonces salir a terminar la noche en algún boliche que tuviera strippers; así al menos podríamos ver una buena verga de cerca.
Le dije que ninguna de las dos estaba en condiciones de manejar; apenas nos podíamos sostener en pie; así no íbamos a poder sostener el volante del auto.

Replicó entonces que llamaría a alguno de sus amigos para que oficiara como conductor responsable; se decidió finalmente por Gastón, el ex novio de su nena Sofía; un mocoso de veinte años que mi amiga se había cogido en el pasado, mientras el pibe la jugaba de yerno ideal. Después Gastón había chantajeado a Helena con una filmación que había hecho cuando cogían y con ello había logrado que mi amiga se entregara a sus deseos y a los de sus amigos también.

?Hace mucho que no pruebo la verga de ese pendejo?? Susurró Helena mientras miraba las volutas de humo de su cigarrillo.
Un rato después llamaron a la puerta y allí estaba Gastón, acompañado por dos mocosos de su edad; a quienes presentó como Matías y Dardo.

Gastón estaba mucho más interesante que la única vez que lo había visto. Tenía el cuerpo de un jugador de rugby, al igual que sus dos amigos; quienes ya me estaban desnudando con la mirada?
Helena les advirtió: ?Cuidado, pendejos, mi amiga está casada??
?Casada pero no castrada?? Se animó a decir Dardo?
Sus palabras me excitaron un poco, sintiendo que mi concha se humedecía. Ese chico me gustaba. Yo casi le doblaba en edad; pero los vahos de alcohol que giraban en mi cabeza, me decían que estaba todo bien si intentaba hacer que me cogiera?

Matías propuso quedarnos allí sin salir a ninguna otra parte. Dijo que no hacía falta ir a un boliche de strippers: ellos podrían desnudarse para nosotras, si queríamos?.

Gastón dijo que tenía algunas botellas sin abrir en el baúl de su auto, así que desapareció unos instantes y regresó cargado de alcohol?
Helena descorchó algo que podría tener casi treinta grados de graduación y exigió a los gritos que comenzara el espectáculo de los strippers.

Gastón fue el primero. Subió la música a todo volumen y con mucha gracia comenzó a quitarse la ropa. Se quedó finalmente en un diminuto slip que dejaba adivinar su tremenda verga todavía no muy erecta y entonces se acercó de manera insinuante a Helena.
Mi amiga lo miró sonriendo y, en medio de sus vapores etílicos, alcanzó a susurrar, mientras acariciaba esa verga por sobre el slip:
?Apagaste la cámara esta vez, pendejo puto???
Gastón largó una carcajada y le mostró sus manos vacías. Entonces de golpe se bajó el slip hasta las rodillas, dejando que su enorme pito saltara frente a la boca de Helena. Ella no tardó ni dos segundos en metérselo en la boca.
Cuando esa verga estuvo bien dura en la boca de mi amiga, Gastón levantó en vilo a Helena, la cargó sobre sus anchos hombros y se encerró con ella en la habitación de huéspedes?

Me quedé sola entre Dardo y Matías, pensando cuál de los dos me cogería en primer lugar. Mis dudas las disipó Matías; mientras me servía otro vaso de whisky, me susurró al oído que él no estaba interesado demasiado en las mujeres, pero me pidió permiso para quedarse a observar lo que seguramente iba a hacerme Dardo.

Me provocó mucha ternura su pedido y lo besé delicadamente en los labios. Era un pecado que semejante ejemplar de hombre no estuviera interesado en el sexo opuesto. Una gran pérdida para nuestro bando.

Dardo ni siquiera me hizo un mínimo show erótico. Simplemente se desnudó de espaldas a mi y yo silbé en admiración al deleitarme con la visión de su culo redondo y firme, musculoso y bien trabajado?
Entonces se dio vuelta y me mostró lo único que faltaba: su tremenda verga venosa y gruesa, de casi treinta centímetros de largo. La sostenía entre sus dos manos y la masajeaba despacio, dejando que aumentara cada vez más en tamaño.

Me miró seriamente y me dijo que a él le gustaba dar por el culo a las señoras mayores. Me enojé con él por tratarme de ?señora mayor?, pero mis vahos etílicos otra vez rondando mi cabeza, me advirtieron que estaba todo bien si me dejaba romper el culo por semejante verga?

Me quité la falda. Dejé que Dardo se diera el gusto de quitarme la diminuta tanga de algodón. Luego me recliné sobre el sofá y le pedí que me lubricara la entrada trasera con algo, porque esa gruesa verga me iba a matar.
Matías fue a la cocina y regresó con manteca entre sus manos, bien al estilo de Marlon Brando? Él mismo hundió sus dedos en mi ano y me lo preparó para que lo disfrutara su amigo. Luego se sentó a observar la acción desde un buen ángulo. Sacó su teléfono celular y entonces le ordené que ni siquiera se le ocurriera filmarnos?

Dardo se acercó por detrás de mi cuerpo y enseguida pude sentir la gruesa cabeza de su pito pugnando por entrar en mi estrecha abertura anal. Empujó despacio y después de varios intentos, sentí que se deslizaba por mi canal rectal sin demasiada resistencia, gracias al efecto lubricante de la manteca.

Me bombeó muy suavemente al principio, mientras me sujetaba por las caderas. Su verga enorme me provocó una gran excitación vaginal; ya que, en pocos minutos, acabé silenciosamente en un orgasmo intenso, que Dardo seguramente no pudo notar.
El chico aumentó el ritmo de sus embestidas, provocándome gemidos de placer.

Desde la habitación de huéspedes podía oírse los gritos de Helena:
?No, por el culo no?ya te lo dije, no seas tan bruto??
Pero de repente supe que Gastón se había salido con la suya, ya que los jadeos de mi amiga se convirtieron en alaridos y gritos de dolor?

Dardo incrementó sus embestidas y pronto se tensó hacia atrás; entonces sentí que se descargaba en el fondo de mi ano. Apenas me la sacó, su semen caliente comenzó a salir de mi trasero.

Matías sonrió y me pidió permiso para usar su lengua y limpiarme los restos que había dejado su amigo en mi cuerpo. Le dije que podía hacerlo; me sentía divertida con ello, era algo nuevo para mí...

La lengua de Matías en mi trasero provocó un efecto maravilloso. Esta vez no quise ni pude ocultar mi orgasmo. Me estremecí cuando sus labios rozaron mi entrada anal y acabé gritando como una perra, mientras Dardo me sostenía para que su amigo pudiera terminar su tarea.
Cuando pude terminar de temblar y Matías dio por completada su labor, los tres nos sentamos a degustar otra ronda de whisky.
Helena seguía gritando todavía; la incansable verga de Gastón continuaba sodomizándola sin darle respiro.
Me acerqué a la habitación y espié por la puerta entreabierta.

Allí estaba Helena, magnífica en su desnudez, a cuatro patas sobre la cama, mientras ese pendejo la aferraba por las caderas y le hundía esa tremenda verga en su estrecho culo.

La escena me excitó y sentí mi concha humedecerse otra vez. Decidí dejarlos tranquilos. Mis propios vapores mi indicaban ahora que ya era un buen momento para descansar; así que les dije a Dardo y Matías que me iba a retirar a mi dormitorio. Ellos podían elegir entre esperar a su amigo allí en el comedor o en su auto. Me dieron las buenas noches y se fueron; no sin antes Dardo hacerme prometer que podría volver a darme por atrás en otra ocasión?

Caí rendida en mi propia cama y me desperté con los primeros rayos del sol. La resaca me partía la cabeza, pero mis vahos etílicos ya casi me habían abandonado. Fui a la otra habitación para ver a Helena.

La encontré sola y desmayada boca abajo en la cama; con sus interminables piernas torneadas bien abiertas; sus dos orificios todavía dejaban escapar semen fresco a borbotones. Tenía la entrada anal enrojecida y muy dilatada. Su bello rostro denotaba cierta expresión relajada, hasta casi podía ver una sonrisa en sus labios.
Me incliné a besar sus otros labios, para saborear el semen de Gastón

Mientras lo hacía, pensé que la próxima vez iba a ser yo la que le permitiera al ex novio de la nena entrar por mi puerta trasera?






Comentarios para Per� chicas bonitas

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